BEN CLARK

OMAGH

Cuando estalla, el resto ya no importa.

Que empezara tu nombre con la ‘z’,
que no supieras bien si te quería.
Porque después no hay nada; por no haber
no hay ni ruido. Ni pájaros huyendo,
ni gente reclamando una ambulancia.
No es como en las películas. Después
de la explosión

no hay más que una existencia,

–banal en cualquier caso– que es, o fue.

Cuando estalla
no mueren solamente los que mueren,
ni continúa vivo quien recuerda.

II

Es cierto, mi existencia era banal.
Pero era mi existencia.

Una vez
–lo recuerdo a menudo– se posó
un pájaro en el limpiaparabrisas.
Estábamos a punto de arrancar.
“¡Mira Papá!

¡Un pájaro!” grité.
Es posible que fuera un petirrojo,
aunque eso da lo mismo. No fue un día
especialmente alegre de mi infancia,
ni tampoco fue triste ni murió
ninguna de las tías.

Sólo un día,
una fecha confusa.

Esperamos,
y sin embargo aquel pájaro,

inmóvil,
parecía ignorar nuestra presencia.
Tras un rato mi padre se cansó.
Regresando hacia casa no pensé
en el pequeño pájaro –¿Ya dije
que es posible que fuera un petirrojo?

No soy una bandera,
ni un país,

–toma mi tierra y nada será tuyo–.
No soy más que el recuerdo de ese día.
Un pájaro sin nombre que escapó
cuando el coche arrancó y hubo un rugido.


http://www.delversoyloadverso.com