FRANCESC R.

Uno. Escribo camas, nidos fríos, mortajas. Escribo que respiro contra el edredón verde mientras sus colibríes pican mis ojos, negro aleteo furioso en las sienes y la frente, el sexo vacío de mi amor contra mi espalda porque nunca veré su pecho.

Dos. Ella es líquida y perfecta entre mis dedos y también su boca de cristal y la cocina desordenada, arroz a fuego lento, jadeos empañados que se dilatan en el tiempo como la explosión de una estrella.

Tres. El miedo es un mantra que me araña la piel. Quizás no me quieres lo suficiente, escribe ella mientras yo sigo mintiéndome en la lengua de los niños, incapaz de abrir las manos y.


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